Los adolescentes son las principales víctimas, ya que usan más las redes sociales como principal medio de comunicación.
Las víctimas tienen más riesgo de cuadros anímicos como ideación e intentos de suicidio, alteración alimentaria, ansiedad y, a largo plazo, trastornos en el desarrollo de personalidad. Es clave estar atentos a señales como no querer ir al colegio/conectarse a clases online; bajar las notas; poca interacción social, aislamiento y cambios de humor; dolor abdominal y de cabeza; dormir mal, y/o consumo de alcohol o drogas.
¿Cómo enfrentarlo?
Comunicación: los padres deben generar un clima de confianza para que el menor se sienta acogido y cuente lo que le pasa; hablar lo puede liberar del miedo que genera el ciberacoso. Además, los adultos deben educar con el ejemplo; nada valida la agresión a otro.
Rol del colegio: es clave que asuma el acoso como algo que afecta a todos, adoptando tolerancia cero a la violencia y protegiendo a la víctima. Además, tener un Reglamento Interno sobre convivencia escolar, estrategias de prevención e intervención.
Uso responsable de la tecnología: establecer límites y enseñar un uso responsable de la tecnología y RRSS, junto con transmitir la importancia de proteger información personal y la privacidad en el mundo virtual.
Limitar uso de RRSS: evitar tiempos prolongados de exposición, ya que produce un aumento en el nivel de dopamina difícil de contrarrestar, pudiendo causar dependencia y poco control de lo que la mente procesa. Los likes, por ejemplo, se asocian al refuerzo positivo no químico, algo complejo a una edad en que el reconocimiento de los pares es muy importante. A largo plazo, puede haber desorden de ansiedad y depresión.
Abordar el problema: los adultos no deben hablar con los padres del agresor, ya que aumenta el conflicto. El tema debe ser denunciado en el colegio. Además, es clave pedir ayuda a un experto en salud mental, debido al deterioro en el desarrollo normal del menor que ha sido acosado.